domingo, 8 de mayo de 2011

Agua para el corazón

Dice el principito “lo que embellece al desierto es que esconde un pozo en cualquier parte” (Saint-Exupéry, 104). Los hombres necesitan beber de la fuente, así también el principito, pero no es un agua para el estómago, sino para el corazón. El piloto descubre que “el agua no era un alimento. Había nacido de la marcha bajo las estrellas, del canto de la roldana, del esfuerzo de [sus] brazos” (Saint-Exupéry, 108).
Volver a la fuente significa volver a renacer en el amor. En el contexto del principito, significa llenar el propio corazón con la esencia del otro. Sin embargo, como en el mundo habitado por lo hombres, es decir, como los hombres habitan el mundo de su propio desierto espiritual, no hay fuentes de agua a las cuales acudir para poder “llenar” el corazón, estos se llenan de sí mismos y la pequeñez del hombre no proporciona riqueza de corazones. El principito pudo verlo cuando visitó el planeta del vanidoso, del bebedor, del hombre de negocios…
Analicemos las palabras del principito para comprender aún mejor su mensaje referente al pozo. “Lo que embellece al desierto es que esconde un pozo en cualquier parte”. El desierto es la pobreza en la interioridad de los hombres, la monotonía sin relieve, sin cambios, sin crecimiento. El pozo es la fuente que propicia la vida, la cual emana o fluye como el agua del pozo. Que se oculte en cualquier parte del desierto, es decir, de la propia interioridad significa que cualquier cosa, persona o circunstancia puede proveer de esa “vida” tan esencial que resuelta bello a los propios ojos.
Ese es el mensaje que El Principito quiere transmitir al mismo tiempo que suscita en los corazones de sus lectores la necesidad de búsqueda del pozo contenida en el secreto de la domesticación.

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